Autor:
R.C. Sprou
Cap. 8
- El vivir es Cristo y el morir es ganancia
La muerte de los
santos es dulce ante los ojos de Dios. Se nos dan muchos consejos de cómo vivir
pero pocos de cómo morir. Debemos pensar que este mundo no es nuestro hogar
pero a menudo vamos por la vida quitando nuestra vista de lo celestial, de lo
que está por venir. Nos aferramos a esta vida como si fuera mejor de lo que
está por venir. Esto es la diferencia entre lo que es bueno y lo que es
muchísimo mejor.
Debemos querer partir para estar con Dios. Debe ser nuestro
más profundo anhelo.
Entrar en la
presencia de Cristo. Jesús mismo prometió que algún día entraríamos a su
presencia. Cuando iba a dejar a los
discípulos les dijo que el se iba a preparar morada para ellos en los cielos
donde podrían estar hasta la eternidad.
- Adoptados en Cristo.
El cielo es
nuestro destino y está ligado con nuestra adopción en Cristo. Por medio de él,
pasamos a ser hijos de Dios Juan dice como el amor de Dios fue tan grande que
fuimos llamados a ser hijos suyos.
La sorprendente
realidad de nuestra adopción. Se nos ha dicho tanto que Dios es nuestro padre
que hemos llegado a pensar que esto es por naturaleza. Pero este concepto es
erróneo. Somos hijos de Dios por medio de Cristo el cual por su muerte en la
cruz nos presenta ante el padre como limpios y sin mancha. Entonces Dios nos
adopta y nos hace parte de su familia.
Somos forasteros
y extraños en este mundo. No pertenecemos aquí. Ya que somos parte de la
familia de Dios nuestro hogar está en el cielo a dónde iremos algún día a estar
con el por la eternidad.
Silvia V. Morel
Biblia 2010
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